GRUPO 5º B

LITERATURA DE AVENTURAS

Al grupo de 5º B se les ha asignado la categoría de literatura de aventuras.

  SEGUNDA SESIÓN LEEMPRENDEDORES, lunes 17 diciembre



Los chicos han visto los trabajos que habían entregado anteriormente



























TERCERA SESIÓN LEEMPRENDEDORES
El otro día tuvimos la tercera sesión con 5º B y sus aventuras.


 Ya hemos decidido como se va a desarrollar la historia. Viajaremos en una máquina del tiempo a distintas épocas y lugares de Aragón:
- viajaremos a Cetina para celebrar la boda de Francisco de Quevedo en el año 1634
- nos trasladaremos a Siresa en el pirineo aragonés para conocer a Alfonso I el Batallador y como fue su estancia en el monasterio de San Pedro.
- y nos iremos a la provincia de Teruel para ver a los dinosaurios.

El nombre de nuestra colección es "Aventuras hasta el fin".
Vaya aventuras vamos a vivir!!! ¿Cómo se las arreglaran nuestros protagonistas para ir a sitios tan dispares y conocer gente tan diferente?
Habrá que esperar a la siguiente sesión para descubrirlo.
Aquí os dejamos lo que han trabajado los chicos hasta ahora.


Tercera sesión 5º B from leemprendedores2012

CUARTA SESIÓN LEEMPRENDEDORES 
Ayer 11 de marzo tuvimos la 4ª sesiónn de Leemprendedores, elegimos el logotipo de la editorial y los chicos tienen que terminar de perfilar las historias, tienen que leerselas y comentar que cambiarían o añadirían para mejorar la historia.

Como tenemos varias historias en lugares similares vamos a intentar fundirlas en una sola historia.
Aquí os dejamos lo que han escrito.
 LA MÁQUINA DEL TIEMPO

Un día mis amigos y yo decidimos ir a visitar a nuestro amigo científico que está un poco majareta. Se  llama Alberto tiene el pelo rizado y unas gafas muy grandes,  y aunque tenga 10 años y sea un poco torpe jugando al fútbol  es muy listo. También  va a mi clase con  Jorge, un niño repetidor y muy travieso de 11 años, pelirrojo y con muchas pecas, con Paula de 11 años también es repetidora y estudia mucho desde que repitió y además es muy tímida y con una melena morena muy larga y yo Sonia tengo 10 años, dicen que soy guapa porque tengo el pelo rubio, corto como un chico y ojos azules, además me encantan las aventuras.
Bueno a lo que iba,   estábamos yendo hacia la casa de Alberto que vive a las afueras de Teruel en un chalet muy grande para jugar con él. Entonces alguien gritó ¡lo conseguí! , las voces salían del garaje de casa de Alberto, corrimos para ver qué pasaba y entonces  vimos a Alberto en una máquina enorme y  nos dijo.
- Chicos pasar.
¿Qué es esto? Pregunto Paula.
-¡Esto es mi máquina del tiempo. Contesto Alberto
-¡ Que guay no!  esto es la monda, ¿para qué sirve esto? preguntó Jorge
- ¡ No lo toques ¡ gritó Alberto. Es un reloj que altera la hora de toda la Tierra provocando el día y la noche. Cuanto más atrás pongas la palanca, la época irá hacia el pasado y si la mueves hacia adelante iremos al futuro.
 ¿Qué os parece si la probamos un poco?, por ejemplo un día, así veremos las notas del examen que hicimos ayer, seguro que Jorge va a catear.
Ya habló el listillo, seguro que esta vez apruebo por que estudié mucho dijo Jorge.
-Yo no lo digo si no la máquina. Además  también nos podemos meter dentro de lo que sale en la pantalla por este aparato de aquí y podemos ver que sucede en otras épocas
-Entonces podemos ir a la época que queramos preguntó Paula
-Pues claro que si.
-Pero primero, os voy a enseñar como funciona la máquina
La máquina del tiempo se parecía mucho a uno de esos contenedores para reciclar cristal , solo que era mucho mas grande y tenía una antena en forma de espiral en la parte de arriba y era de un metal muy brillante. Dentro tenía dos pisos, en la parte de abajo había una especie de asientos en forma de banco con sus correspondientes cinturones de seguridad y una caja bastante grande en el centro que según nos explicó Alberto era la fuente de alimentación y sobre esta, un panel de mandos lleno de luces y con una pequeña pantalla que nos permitiría ver el paisaje exterior de la época a la que fuésemos, en la parte posterior del panel había una escalerilla para subir al piso de arriba. Allí estaba el puente de mando  desde donde Alberto y alguno de nosotros de copiloto, controlaríamos la nave. Allí estaba el superordenador central. Aquí tenemos el cargamento de energía,   explico Alberto, este botón nunca se debe tocar a menos que yo os lo diga
-Pero ¿Por qué? Pregunto Paula
Porque si no, el sistema del superordenador empezaría a fallar y la máquina del tiempo explotaría y además la onda expansiva soltaría radiación nuclear en la que todo Aragón quedaría completamente destruido contesto Alberto
-Y entonces ¿para qué pones la palanca de auto destrucción?  Porque es una palanca de autodestrucción si no me equivoco
Dije yo
-Pues porque aun no he acabado de perfeccionarla
Dijo Alberto
Paula dijo que se iba a hacer un recado que le había mandado su madre y que luego regresaría para concretar los detalles. Jorge como de costumbre estaba  haciendo el tonto y no se enteraba de nada. Seguro que mañana mete la pata pensaba yo. Alberto mientras tanto estaba retocando algunos detalles y dijo que probaría el superordenador central.
Y yo le estaba intentando convencer a Jorge para que se bajara y no tocara nada no fuera que se cargara todo Teruel antes de comenzar nuestra aventura.
Ya está,  dijo Alberto, la he conseguido programar  y a hora en la autodestrucción solo se desintegrara  la máquina del tiempo y el paisaje de Aragón seguirá estando igual.
Perfecto, dijo Paula, que acababa de regresar,  pero creo Alberto que deberías explicarnos un poco como funcióna. Es muy fácil, programas el ordenador con la  fecha y la hora, el lugar donde quieres ir y ya está.
¿Cuándo nos teletransportamos? Preguntó Jorge
Tranquilo Jorge que el pasado nunca se va a ir le conteste y  para ya de una vez que me pones nerviosa.
-Ya lo se pero tengo tantas ganas de ir
Entonces tenemos que preparar todo para mañana. Recordad traer una mochila con algo de comida y lo que creais que podamos necesitar, una brújula, un saco de dormir, pero no muchas cosas,  ya veis que el espacio es un poco pequeño.
Yo cogeré el móvil de mi madre por si nos perdemos que nos vengan a buscar dijo Paula. Tu eres tonta niña, si vamos a  cualquier época anterior a la nuestra los móviles no funcionaran dije yo.
Entonces todos de acuerdo, mañana a las 4,30 cuando salgamos del cole, todos a mi casa. La máquina estará completamente terminada. Una cosa  muy importante esto no debemos decírselo a nadie y sobre todo tendremos que tener muchísimo cuidado, no sabemos que podremos encontrar.
Pero todavía no hemos decidido a que época ir dije yo.
Si tienes razón, contesto Alberto . ¿Qué época os gustaría visitar?
 Todos nos quedamos pensativos.
Jorge que como os he contado era el más  atrevido dijo, a mi me gustaría ver la época musulmana y ver como hicieron las torres de San Martin y el Salvador de la ciudad.
Pues este verano pasado mi padre me llevó a un sitio aquí, cerca de Teruel, donde se pueden encontrar restos de fósiles, amonites etc. Y me dijo que cerca de Concud  también se encontraron huesos y dientes de animales prehistóricos y que el valle del Jiloca se parecía a la Sabana africana y allí vivían tigres con dientes de  sable y unos caballos pequeños que se llamaban Hyparion.
Pues yo he pensado dijo Alberto con su cara seria y enigmática que ya que todos hemos ido de excursión a Dinópolis y conocemos un poco la zona de los alrededores de Teruel, Galve,Riodeba,Mora , etc podríamos comprobar  si lo que han estudiado los científicos es cierto., ¿Qué os parece si vamos a la época de los dinosaurios?. Hasta podemos tomarles fotos y luego llevarlas al laboratorio de Dinopolis, seguro que alucinan.
Ala siiii! Exlamó  Jorge entusiasmado por la idea.
¿Todos de acuerdo? Preguntó Alberto
Siiiiiiiiiiiiii  Dijimos todos a la vez
Entonces hasta mañana a las 4,30.
Todos nos fuimos a casa para hacer  los deberes. Cuando llegue a casa y terminé  los ejercicios que nos habían mandado estaba un poco nerviosa y mi madre lo noto, pero tal y como habíamos prometido no le dije nada de nuestros planes. Casi no pude dormir y además tuve un monton de sueños raros Por la mañana nos reunimos los amigos y a todos nos había pasado lo mismo. Casi no comimos y cuando por fin toco la sirena del colegio todos nos fuimos a casa de Alberto.
Cuando llegamos a casa de Alberto ya estaba todo preparado, nos subimos a la máquina del tiempo y Jorge y Paula se abrocharon los cinturones de seguridad. Alberto me dijo que si quería subir con él y ser su copiloto, porque sabe que soy muy aventurera y no me asusto fácilmente. La verdad es que si estaba un poquito asustada.
Alberto dijo : ¿Todos preparados? y pulso el botón de arranque, la máquina comenzó a hacer un fuerte ruido y una luz intensa lleno toda la nave. En unos pocos segundos estábamos en la fecha y el lugar programados por el superordenador: en  Riodeva 150 millones de años atras
Desde la pantalla del ordenador vimos que habíamos llegado a una hermosa pradera con una hierba muy verde y algunos árboles muy altos. Un poquito mareados nos bajamos y empezamos a caminar. La hierba nos llegaba casi hasta las rodillas y a lo lejos vimos algo que se movía, nos escondimos detrás de un árbol gigantesco y vimos el Aragosaurio, lo conocimos porque lo habíamos visto en Dinópolis, estaba con su cría comiendo tranquilamente. Nos miró pero parecía que no estaba asustado, era enorme como el tranvía, con un cuello y una cola larguísimos.

 Durante un rato estuvimos jugando y corriendo por la pradera y vimos otros dinosaurios que también parecían muy tranquilos. Allí estuvimos jugando con los dinosaurios y también por las montañas .Paso todo el día y casi no nos dimos cuenta de que estaba anocheciendo tuvimos que sacar los sacos de dormir porque ya era de noche
Estuvimos toda la noche con frio
Al día siguiente volvimos a jugar con los dinosaurios hasta que en un momento llego un dinosaurio enorme que daba mucho miedo al rugir y entonces Alberto dijo
-Fascinante es un t-rex me habría gustado incorporarlo en mi investigación sabéis una cosa que dicen los libros que puede llegar a correr 30 kilómetros por hora de velocidad pero de eso me voy a encargar para saber si corre esos 30 kilometro por hora
-Si estupendo y ¿Cómo? porque nosotros no corremos tanto
Dijo Jorge   y de repente dijo Alberto
-Ups en eso no había contado
-Además ¿quien se va a llevar un aparato para medir kilómetros eso no es normal? Dijo Jorge .
-Pues yo!  y además se llama cuenta kilómetros
Dijo Alberto enfadado
-Perfecto nos persigue un dinosaurio y vosotros discutiendo
Tenía unos dientes enormes y olía el aire como si notara algo extraño. Jorge que llevaba la cámara disparó una foto y entonces el dinosaurio empezó a correr hacia nosotros. Muertos de miedo empezamos a correr hacia la máquina. Cuando llegamos no podíamos ni respirar.
Alberto empezó a conectar el superordenador pero teníamos un problema, no arrancaba. Dentro sentíamos que la máquina se balanceaba porque el T-Rex la estaba golpeando. Estábamos muy nerviosos, hasta que Paula se dio cuenta que Jorge tenía pillada la cámara en la escotilla de entrada y no cerraba bien.
Entonces Alberto dijo: Jorge da una patada a la puerta para que cierre bien. Jorge lo consiguió y la máquina empezó a funcionar.
En unos segundos estábamos otra vez en el garaje  de Alberto, nadie se había dado cuenta de que no estábamos, pero la cámara digital se había achicharrado y no teníamos ninguna foto.
No nos importó, volveríamos a ir a otra época. Quizá la próxima vez investigásemos sobre el Teruel mudéjar o a lo mejor algo más interesante podríamos ir al FUTURO.


AVENTURAS HASTA EL FIN…



           Un viaje con los dinosaurios



Después de un invierno tan frío, con impresionantes nevadas y temperaturas bajo cero,  llegaba una agradable primavera.  Por fin las calles de Galve estaban llenas de niños. En invierno no se ve a nadie.

Cuatro amigos suelen quedar todas las tardes para jugar; son Jorge, Sonia, Alberto y Paula.  Jorge es un chico pelirrojo, con la cara llena de pecas, tiene once años y es muy alegre y bastante travieso. Sonia tiene diez años, es rubia con ojos azules. Lleva el pelo corto.  Le encantan las aventuras. Alberto también tiene diez años, su pelo es rizado y lleva gafas.  Es el más despistado y a veces es un poco torpe.  Y la última que falta por conocer es Paula, es una chica de once años con una melena morena muy larga; es muy estudiosa y un poco tímida.

Sus juegos favoritos son el escondite y polis y cacos, pero lo que más les gusta es investigar cosas de dinosaurios.  En su pueblo se han encontrado muchísimos restos de dinosaurios.

Un día, jugando al escondite, Alberto se encontró un huevo muy raro, fue a enseñárselo a sus amigos.  A Paula le resultaba familiar.  ¿De qué me suena este huevo?, dijo Paula. -¡Ah, claro! Ya sé. Vamos a mirar mi libro de dinosaurios.
Los demás se preguntaban de qué hablaba pero le siguieron el rollo.

Paula cogió su libro y vio que ese huevo se parecía muchísimo a los huevos del Aragosaurus. 
¿Qué? ¿Arago… qué?, le preguntó Sonia.  Paula les explicó que el Aragosaurus era un dinosaurio que vivió en el Cretácico inicial, en la zona donde ahora viven ellos.  Medía dieciocho metros de largo y veinte metros de alto.  Su nombre quería decir: reptil de Aragón.

Jorge, fascinado por lo que estaba contando Paula, le preguntó si sólo había un dinosaurio.  - ¡¡¡NO!!! Había muchos, otro que me encanta es el Turiasaurus riodevensis, que se encontró en Riodeva.

Sonia propuso devolver el huevo a su madre.  ¿Por qué no?, dijo Alberto; así podemos vivir una aventura más, seguro que por el camino hay muchos peligros.

Todos juntos gritaron: - ¡¡Vayamos a la máquina del tiempo!!

Estaban tan contentos que empezaron a preparar todo para el viaje.  Menos mal que Jorge se acordó de la comida, iba a ser un viaje largo.  Cogieron un bocadillo de bacon, queso, lechuga y tomate y sus cantimploras llenas de agua.  Metieron el huevo, con mucho cuidado, envuelto entre algodón, en la mochila de Sonia.  Ya estaban listos. Otra aventura de los cuatro amigos estaba a punto de comenzar.

Paula se puso al mando. 
– Alberto, pulsa ese botón azul.  Jorge, baja la palanca.  Yo me encargo de poner el año al que vamos… hace ciento veinticinco millones de años.  Agarraros fuerte.

-¡Ahhhhhhhhhhhhhh! ¡Plof, plof, plof, plof!

¡Hala, qué bonito!, dijeron los cuatro a la vez.

Bueno… dejémonos de paisajes y busquemos a la madre, dijo Sonia.  Lo mejor será que saquemos un mapa por la impresora para situarnos bien en este lugar.  No les sirvió de mucha ayuda porque el mapa que se imprimió era el del super continente Pangea;  habían olvidado que en esa época aún no existían los continentes, sólo había uno.

Decidieron emprender la marcha pero antes debían esconder la máquina del tiempo;  era muy peligroso dejarla allí a la vista porque algún dinosaurio la podía romper.  Lo primero que tenían que hacer era reducirla de tamaño con el botón rojo, así era mucho más sencillo esconderla detrás de las rocas y taparla con ramas para que no la vieran.

Era una misión difícil, encontrar a la mamá dinosaurio y devolverle su huevo.  Nada más empezar, se encontraron con dos caminos.  Tenían que tomar la primera decisión.  No fue difícil.  Alberto vio unas huellas en uno de los caminos y Paula cogió su libro para comprobar que, efectivamente, se trataba de huellas del Aragosaurus.  Todos juntos emprendieron el camino de la izquierda.

Llevaban mucho rato caminando, casi no tenían fuerzas para continuar; era el mejor momento para comer el bocadillo y descansar.  Así lo hicieron.  Continuaron su recorrido y llegaron a un laberinto.  Estaba muy oscuro pero Sonia buscó en su mochila y encontró una linterna.  Parecía que había pocas cosas pero cuando la luz de la linterna iluminó el lugar, comprobaron que estaba lleno de bichos.  Escaparon, corriendo a toda prisa, hacia el centro del laberinto.  No sabían aún que allí estaba la clave para resolver su misión.

Como por arte de magia, llegaron a una hermosa laguna donde descansaba el Aragosaurus padre; era un lugar casi secreto, que sólo él conocía.  Lo cierto es que se extrañó un poco al ver llegar a los cuatro amigos, todos se quedaron paralizados.

Sonia, cuidadosamente, sacó el huevo y se lo enseñó; una enorme sonrisa apareció en la cara de ese dinosaurio.  Había recuperado a su bebé.  Les guió hacia el lugar donde vivían, allí estaría la madre, llorando sin parar.  Por más que había buscado, no había podido encontrar el huevo de su bebé.

El camino fue muy largo y duro, tuvieron que subir montañas muy grandes y atravesar bosques que parecían encantados.  Finalmente llegaron al lugar donde se encontraban todos los dinosaurios.  Para sorpresa de todos, la mamá Aragosaurus dijo que ese huevo no era suyo.

Los niños comenzaron a buscar el huevo de dinosaurio.  Buscaron bajo las rocas, detrás de los árboles, en la tierra, hasta que Jorge por fin lo encontró.

Lo más sorprendente de todo fue que los dos huevos empezaron a romperse; del que estaba guardando Sonia salió un pollito y del otro, un bebé Aragosaurus.

Los dos bebés se pusieron a jugar juntos.


(Si deseas saber lo que sucedió después, no olvides leer el próximo libro)


07:45 a.m.

Alberto está muy asustado, piensa que no va a volver a ver a sus amigos nunca más.  De nuevo, se encuentra atrapado en el bosque siniestro.  Corre y corre sin parar pero no consigue escapar de allí.

08:00 a.m.

Suena el despertador.  Alberto se cae de la cama, asustado, envuelto en su manta.  Gracias al reloj ha terminado esa horrible pesadilla.  Creía que seguía atrapado en el viaje en el tiempo pero no era así.  Todos habían vuelto sanos y salvos a casa, hasta el pollito.

Su madre le estaba esperando en la cocina con el desayuno preparado.  Ella no tenía ni idea de lo que había ocurrido. 
- ¿Te encuentras bien, hijo?
- Tranquila mamá, estoy bien. No te preocupes por mí.

Mientras se bebía el Cola-Cao recordaba la aventura que habían vivido él y sus amigos con los dinosaurios.  Cogió su mochila y salió corriendo hacia la escuela.

Sonia y los demás le estaban esperando.  La vuelta no había sido complicada, todo había salido a la perfección.  Lo más duro fue la despedida de los Aragosaurus.  Paula lloró un poquito.  Seguro que algún día volverían a visitarles.

Cuando regresaron al año 2013 era ya de noche.  Escondieron la máquina rápidamente para que nadie la encontrara y se fueron a sus casas, excepto Sonia que debía terminar su misión, entregando el pollito a su mamá.
Al día siguiente era día de cole y estaban agotados.

Al entrar a clase quisieron contar a sus compañeros la aventura que habían vivido. Nadie se creía su historia.  Por suerte Jorge se había llevado la cámara de su madre al viaje y tenía una prueba. 

Si alguno visitáis los museos del Territorio Dinópolis seguro que encontrareis su foto.



                     SIRESA
  Esta es la historia que les ocurrió a cuatro chicos. Se llamaban Francho, Acher, Alicia y Martina de diez años de edad.  Los cuatro eran de estatura normal.
    Francho tenía el pelo negro y despeinado, era fuerte, un poco travieso y corría mucho. Acher era rubio, con pelo largo y liso, despistado y torpe, Alicia con pelo castaño corto, rizado, con gafas, muy alegre y Martina que tenía el pelo negro liso era estudiosa y tímida.
       Un día al anochecer,  jugando al escondite en el parque de la Aljafería, entre unos matorrales se encontraron con una máquina. Todos se quedaron con la boca abierta y los ojos como platos. La máquina era muy grande, redonda, verde, con un aro alrededor, una puerta grandísima y escaleras mecánicas para subir a ella. Francho y Alicia se querían subir pero a Acher y Martina no se atrevían, Francho  empujó a Acher y Alicia a Martina  metiéndolos en la escalera, sin poder salir de ellas y cuando llegaron arriba se cerró la puerta, quedándose encerrados.
   Dentro de la máquina había una sala con un gran sofá, ventanas y una tele enorme. Los cuatro amigos miraron si había alguna puerta para salir. Detrás del sofá había una puerta, entraron y allí estaba el baño con su retrete, lavabo, ducha, yacusi. Allí había  otra puerta, entraron y era la sala de control, donde había ordenadores, cámaras, pantallas donde se veían unos signos muy raros, impresoras, una mesa muy grande con sillas giratorias. Los niños al ver todo aquello se quedaron boquiabiertos, mirando todo eso muy asombrados. Las dos chicas se morían de miedo. De repente en una de las pantallas salió un mensaje que dijo lo que no tenían que  tocar, el despistado de Acher se apoyó en una palanca (la de arranque) hasta que se cayó y detrás que  había  una ruleta, la movió y dio varias vueltas. La máquina empezó a moverse. Los cuatro se asustaron con semejantes ruidos y  ayudaron a levantar a Acher. Miraron que la ruleta se había parado en la prehistoria, Francho, como era tan curioso miró por los ordenadores, y empezó a tocarlos. Las dos chicas al  ver eso, gritaron a la  vez:
 -¡No lo toques!
   Pero…fue demasiado tarde.
   Le había dado a una tecla y en la pantalla apareció: PIRINEO ARAGONES.
   Los cuatro chicos se dieron cuenta que era una máquina del tiempo, con la que se podían mover de unos años a otros. De la prehistoria a la edad moderna.
   Cuando paró de moverse, se bajaron los cuatro. El primero era Francho, que quería hacerse el chulo delante de las dos chicas (aunque iba muerto de miedo), detrás, agarrándolo de la mano iba Alicia, después Martina y el último con muchísimo miedo, agarrando a Martina por donde podía, iba Acher. Martina gritó:
   -¡Acher  que no me dejas respirar ni ver por donde voy!
   Se encontraron un paisaje lleno de nieve, con montañas muy altas y un rio muy pequeño que recorría todo el valle. De repente vieron pasar un ciervo y detrás iban unos hombres que parecían cavernícolas, se asustaron y se escondieron debajo de unas piedras que ellos no sabían que eran dólmenes. Esperaron y  cuando vieron que esos hombres habían desaparecido, se metieron corriendo en la maquina.

                 
                     Dolmen situado en Aguas tuertas y donde se escondieron los cuatro amigos.
   Francho se dio cuenta de que la palanca y la ruleta que había tocado antes Acher servía para arrancar e ir a otros tiempos.
   Les preguntó, a sus tres amigos, a que época querían viajar, y ellos contestaron a la vez:
   -¡Al siglo XXI!
   Francho, empezó a dar vueltas a la ruleta, y se quedó corto parándose, en el siglo XI. Cuando la máquina del tiempo estaba en funcionamiento, Francho se dio cuenta de que se había equivocado de siglo. No sabía cómo decírselo a sus amigos y empezó a decir tartamudeando y con un nudo en la garganta:
-         ¡Me, me, me, me, me he con,con,con,confundido de ssssssssiglo!
-         ¿Qué dices?- contestó Alicia
-         ¡Habla más fuerte! –dijo Martina
-         ¡….y más claro, que no te hemos entendido nada!-dijo Acher.
   Francho empezó a ponerse rojo y muy nervioso, porque no sabía cómo explicárselo a sus amigos, se lo calló y salieron todos a la sala donde estaba la televisión. Mientras veían una película, se oyó un ruido extraño y que la máquina se empezaba a parar. Acher, Martina y Alicia, dijeron gritando:
-         ¡Ya estamos en la edad Moderna!
   Francho, murmuró:
-         No lo sé, no, lo sé……me parece chicos que aún no hemos llegado, me equivoqué al darle a la palanca y en vez de darle al siglo XXI, le he dado al siglo XI no os enfadéis conmigo ¡ha sido sin querer!
   Los tres amigos vieron que Francho lo estaba pasando muy mal y hablaron entre ellos. Y cuando acabaron de hablar, Martina dijo:
-         No estamos enfadados contigo, pero la próxima vez nos lo dices cuando lo acabes de hacer, ¿vale?
    Francho se puso rojo, y les prometió que cuando pasara algo se les diría lo más rápido posible.
   Entonces, miraron por el ventanal, pero no podían ver nada, por la cantidad de ramas que había a su alrededor.
   Bajaron de la máquina, sabían que estaban en el Pirineo Aragonés, porque no habían tocado el ordenador que decía los lugares a los que podían viajar.
   Taparon toda la parte de la máquina que se podía ver. Al terminar miraron a su alrededor, y vieron un camino y empezaron a caminar por él, hasta que al final del  camino vieron unas casas y una iglesia muy grande. No sabían dónde estaban, a lo lejos vieron a unas personas trabajando en el campo. Vestían de una forma muy diferente a como iban vestidos ellos. No podían bajar al pueblo así.
                        
  Volvieron a la máquina y encontraron en un baúl, ropa de todas las épocas. Cogieron una bolsa donde ponía Siglo XI. Los chicos se tuvieron que poner, como unas faldas cortas y encima unas faldas más largas abiertas por los lados, un chaleco de piel de conejo y un gorro de tela. Las chicas se pusieron unas túnicas y un manto por encima y un pañuelo en la cabeza. Los colores de estos trajes eran amarronados.  Al verse así vestidos les dio un ataque de risa y volvieron a salir al exterior, bajando al pueblo.
   Se dieron cuenta que no hablaban como ellos. Hablaban una lengua un poco rara, aunque era fácil de entender.
   Se acercaron a una casa y les invitaron a que entraran dentro. Allí vieron que Vivian más de una familia, y los animales domésticos Vivian junto a ellos. Les ofrecieron comida, que más bien era escasa, les dieron un trozo  de pan negro, algún vegetal, un trozo para cada uno de caza menor (liebre) y unos frutos silvestres. Todo esto lo servían en platos de barro, no tenían cubiertos y comían con las manos. Como los niños tenían tanta hambre se comieron todo. Después el campesino les enseñó todo el pueblo, y finalmente llegaron a la iglesia.
   La iglesia era muy grande, y allí Vivian unos monjes, por eso era un monasterio. Se acercaron a hablar con ellos, y les enseñaron como era el monasterio por dentro, les enseñaron una biblioteca muy grande, donde había muchos libros, y les contaron que el monasterio tiene tantas esquinas como días tiene un año. Acher como era tan incrédulo no se creyó esta historia, y les propuso a sus amigos el contar todas las esquinas que tenía el monasterio.
   Mientras estaban contando las esquinas, vieron a dos personas con unas armaduras que estaban dando clases con unas espadas grandes. Francho al ver esta escena gritó:
-         ¡Cuidado que os podéis hacer daño!
Al oír el grito las dos personas se giraron, se quitaron la armadura, y los cuatro amigos vieron que uno de ellos era un joven de unos 15 años. El joven se acercó y les preguntó que como se llamaban, porque nunca los había visto por esa zona. Francho le contestó que no los podía conocer porque venían de muy lejos, y por eso hablaban diferente. El chico se presentó, y les dijo que se llamaba Alfonso, que era el hijo de Sancho Ramírez, rey de Aragón y Pamplona y de Felicia de Roucy. Martina y Alicia al oír que era un príncipe se quedaron con la boca abierta, sin saber que hablar.
   Alfonso les explicó, que él no iba a ser rey, porque tenía un hermano mayor que se llamaba Pedro y que este sería rey, pero a él lo estaban formando en ¨letras¨, arte militar, y en tareas de gobierno para ser un señor feudal. Esta educación era muy religiosa. También les explicó, que aunque se estaba formando allí, él vivía en un palacio cerca de allí, con su tía la condesa Doña Sancha y les invitó a ir al palacio.
   Los cinco amigos llegaron al palacio. Francho, Martina, Alicia y Acher, se asombraron porque vieron como se vivía allí. Las dos chicas se creían que eran princesas. Allí los nobles vestían con ropas de muchos colores. Alfonso le preguntó a su tía si les dejaba salir a jugar, le dijo que sí.
   Entonces Francho y Acher, hicieron¨ pasitos¨ para jugar a ¨polis y cacos Alfonso se les quedó mirando extrañado y les preguntó que juego era ese, se lo explicaron y Alfonso no lo entendía y por eso les preguntó si querían jugar al escondite, y los cuatro amigos dijeron que si.
   Se hizo la hora de cenar, y vieron la diferencia de comida que había en el palacio con la que les había dado el campesino. Allí comieron de primer plato la fruta. Acher asombrado dijo:
-         Aún no hemos cenado y ya nos dan la fruta. ¡Pues a mí las tripas me hacen ruido!
Martina dijo:
-         Pues… ¡a mí también me rujen las tripas!
La tia de Alfonso les preguntó que después de esos entremeses que eran lo que querían para cenar. Acher le pregunto que si había ¨pizza¨, Alfonso y su tia se miraron entre ellos muy extrañados, Francho dijo:
-         No le hagan caso, que hay veces que dice muchas tonterías.
Los sirvientes les trajeron sopa y carne, cuando terminaron todos de cenar fueron a la habitación de Alfonso, a jugar un rato al ajedrez y a las damas.
   Alfonso y su tia les invitaron a quedarse a dormir en el palacio, ya que al día siguiente irían a dar una vuelta por los alrededores, para que los cuatro amigos conocieran el Pirineo de Aragón.
   Al día siguiente, al amanecer, se fueron a recorrer diferentes sitios. Subieron  rio arriba hasta llegar a un sitio en el que tuvieron que seguir un camino alejado del rio, porque había un salto de agua muy grande. Alfonso les dijo que a ese sitio le llamaban “La boca del infierno”, pero que no sabía por qué. Siguieron caminando y se encontraron con el campesino, que el primer día les dio de comer junto a él llegaron a un lugar llenos de árboles. El campesino les dijo que aquello era la Selva de Oza. Les enseñó a los cinco amigos los montes de los alrededores, como el Castillo de Acher, que tenía forma de castillo, y Acher dijo:
-         ¡Anda! ¡Ese monte se llama como yo!
   También vieron otros montes como Peña Forca, Chipeta, y les dijo que si seguían por los caminos llegarían a unos lagos muy grandes que les llamaban ibones, como el Ibón  de Estanés y el Ibón del Acherito. Y que si seguían andando llegaban a otro país llamado Francia. Durante esta excursión vieron diferentes animales, como jabalíes, liebres, gamos, ciervos, sarrios… que corrían asustados al verlos
   Bajaron al pueblo muy cansados, cenaron y se fueron a dormir. Durante los días siguientes fueron a ver otros paisajes y cómo trabajaban los campesinos en el campo. Se dieron cuenta que trabajaban con herramientas de madera.
   Un día paseando por los alrededores del monasterio se encontraron con una cueva. Todos querían entrar, pero un campesino que los vio, no les dejó porque había una leyenda sobre esa cueva y se la explicó. Era la leyenda de la mora.
¨ Un pastor cuidando a su rebaño, descubrió una cueva. Dentro había joyas, en medio de la cueva, había una mujer peinándose y cuidando el tesoro. La mujer era de cintura para abajo serpiente y de cintura para arriba mora. El pastor vio un cáliz, lo cogió y empezó a correr. Fue descubierto por la mora, y empezó a correr tras él, llegó hasta  Siresa, le pidió a San Pedro que le abriera las puertas. La mora le estaba alcanzando, de repente las puertas se abrieron, el pastor paso y se cerraron cuando la mora le alcanzaba. La mora con la cola dio a la puerta, la mora se transformó en piedra y aun está la marca en uno de los sillares del corredor de la entrada.¨
                                                                           
                              
   Al escuchar esta historia, les dio miedo entrar. Alfonso tuvo que irse al monasterio a hacer sus clases, mientras los cuatro amigos, jugaban con los demás niños del pueblo, les ayudaban a sus tareas…
   Un día, que Alfonso, no tuvo que ir al monasterio a hacer sus clases, fueron con los del pueblo a hacer una fiesta de la caza del oso en la Boca del Infierno Alfonso también iba a cazar aunque de vez en cuando se paraba a jugar con sus amigos. Mientras esperaban a la hora de comer, todos los niños y niñas jugaban al escondite.  Alfonso se escondió detrás de una piedra y se puso hojas por todo el cuerpo menos la cabeza vio pasar a todos sus amigos porque era el ultimo que quedaba de los niños por ver, cuando se puso de pie se cambio de escondite detrás de un árbol y oyó una respiración se giro y era un oso herido gritó lo más que pudo
-         ¡Un oso me va a atacar!
De  repente aparecieron todos los vecinos de la villa con palos y le salvaron del oso que le quería atacar.
Alfonso les dio las gracias y se bajaron todos al pueblo. Alfonso agradecido de que le salvaran la vida, nombró a los chesos (personas que vivían en el valle de Echo) Monteros Reales.
   Los cuatro amigos y Alfonso se fueron al monasterio de Siresa porque tenía que ir a  aprender lucha con espada, antes de que entrara a la iglesia le dijeron que iban a conocer otros lugares. Se despidieron y se fueron por el camino por el que habían bajado. Le quitaron todas las ramas con las que habían envuelto la máquina. Entraron en ella y se pusieron la ropa que tenían cuando entraron en la máquina.
    Francho puso la máquina en marcha fijándose muy bien que ponía el siglo XXI para volver a casa. Cuando llegaron a la Aljafería se dieron cuenta de que se había parado el tiempo, se fueron a sus casas para irse a dormir.
   Al día siguiente fueron a la biblioteca para buscar si Alfonso había existido de verdad o lo habían soñado.
   Vieron que no lo habían soñado, que había existido de verdad, y que llegó a ser Rey, porque su hermano había muerto y no tenía hijos. Fue rey de Aragón y Navarra. Se casó con doña Urraca de Castilla, aunque su matrimonio no duró mucho.
   A partir de aquí Alfonso I empezó a luchar contra el Islam, conquistando Zaragoza, Tudela, Tarazona, Soria, Calatayud y Daroca. Participó en la toma de Huesca y ayudó al Cid en tierras valencianas. Por todo esto fue apodado ´´El Batallador¨
   Los cuatro amigos se quedaron muy asombrados de haber conocido a Alfonso I el Batallador, aunque no se lo podían contar a nadie porque no se lo creerían.    
                   

CETINA, LA MÁQUINA DEL TIEMPO

¡ Hola chicos! Voy a presentarme, me llamo Jorge y tengo 11 años y estoy en quinto de primaria.
Mis mejores amigos son: Paula, Sonia y Alberto; juntos formamos un gran equipo. Todos estamos en la misma clase. Pero a continuación os los voy a presentar mejor, incluido yo mismo.
Como ya os he contado antes mi nombre es Jorge, y mi pelo es de color rojo, algunas pequitas adornan mi cara, algunos dicen que soy un poco travieso, pero bueno… eso habrá que verlo.
Mi amiga Sonia tiene diez años, es la chica más aventurera que conozco. Su pelo es de color rubio, le gusta llevarlo corto y sus ojos son azules. Es muy guapa, o al menos, eso es lo que dicen.
Paula es la más tímida del grupo, es muy buena en los estudios. Su pelo es moreno y lleva una melena que le cubre la espalda. Todos bromeamos con ella y le llamamos Rapunzel. Se me olvidaba, tiene 11 años.
Por último, y no por eso más importante, está Alberto, es el benjamín del grupo tiene 10 años recién cumplidos. Su pelo es rizado, necesita gafas, es un poco despistado y algo patoso. Suele tener algún  que otro accidente de vez en cuando.
Bueno ahora que ya nos conocéis un poquito más, os voy  contar una historia, que aunque parezca increíble, ocurrió de verdad.
El otro día nuestro profesor, el sr. Vicente, anunció en clase que el viernes íbamos a ir a la exposición de inventos anual. La hacen todos los años, pero nunca nos había tocado ir. Nos pusimos todos como locos al enterarnos.
La clase se alborotó, como un gallinero, y todos comentábamos lo que allí íbamos a encontrar. A mis amigos y a mía nos encantan estas cosas. Esa semana se nos hizo muy larga, parecía que nunca fuese a terminar.
Pero, por fin, ha llegado el viernes, hoy es el gran día. Esta noche casi no he podido dormir, he estado pensando en lo que iba a ver y estaba muy nervioso y excitado.
He sido el primero en levantarme, mi madre me ha dicho que era la única vez que nome había llamado para ir al cole. Incluso me ha sobrado tiempo, cuando he llegado al cole, nisiquiera el conserje había abierto la puerta.
Al llegar a la fila, he buscado a mis amigos Paula, Sonia y Alberto. Todos estaban tan nerviosos como yo.
_ Chicos, ¿os imagináis que pudiéramos probar alguna máquina?_ dice Alberto.
_ A mí me encantaría_ dice Sonia.
Pero Paula, que es la más sensata les aclara: _Eso es imposible, no se puede tocar nada de lo que hay expuesto.
Entonces llega nuestro profe y nos manda subir al autocar, que lleva un rato esperado en la puerta. Vamos al Auditorio Central, allí es donde está la exposición. Cuando llegamos, creemos estar en el paraíso, no nos podemos creer todo lo que vemos. Hay aparatos de todas las clases; pero claro, nuestros ojos se van directos hacia una gran máquina del tiempo. Los cuatro dirigimos nuestros pasos hacia ella. Pero el sr. Vicente al vernos nos reprende:
_ ¡ Cuidado! No toquéis nada, eso lo veremos al final. Además no queremos ir a buscaros al pasado o al futuro,¡ja,ja,ja!
Y los cuatro al unísono decimos:_ Sí, sr. Vicente, no se preocupe.
Nos alejamos de la máquina y seguimos con nuestra visita, es la mejor excursión a la que hemos ido nunca. Pero yo sólo quería terminar con la visita. Vosotros pensaréis, este chico está chalado, como puede querer acabar  si le encanta. Pues sí….era para llegar al último invento, al invento de los inventos: “La máquina del tiempo”
De repente dice el guía:_ Bueno chavales, y para terminar hoy vamos a ir a ver la superestrella de esta exposición._
Nos miramos y dijimos:_ ¡Bien, bien!
Se formo un gran alboroto en la sala, y el sr. Vicente nos llamó al orden. Así que allí estábamos delante del objeto más alucinante que habíamos visto nunca. Parecía un gran planeta de hierro, a su alrededor había un aro, era de un color morado intenso, bastante llamativo. Toda la nave estaba rodeada de unas grandes ventanas para poder observar el exterior. Nos explicaron, que para que esa gran masa de hierro funcione necesita un combustible llamado “acetilimpio”. Se que el nombre os parecerá un poco raro, la verdad es que a nosotros también nos pasó lo mismo. Pero para que funciones utiliza aceite usado reciclado.
Abrimos la puerta de entrada al interior de la máquina aprovechando un descuido nos metimos dentro. Nadie se da cuenta porque han salido fuera a tomar el almuerzo.
_ ¡Es alucinante!_ dice Sonia.
_ Tiene cuatro asientos, justo para nosotros_ apunto yo.
Entonces Sonia se sienta en el sitio del copiloto. Al verla Alberto se pone al lado, en el lugar del conductor y nos dice a Paula y a mí:
_ Chicos, sentaos atrás que vais a vivir un viaje alucinante. ¡ Je, je,je!
_¡ Que bromista eres!_ dice Paula.
Alberto se sienta y empieza a mirar el panel de control de la máquina.
Tiene un montón de botones, lucecitas y un panel donde indica la fecha y hora a la que estamos hoy.  Para accionarla hay una palanca, que está situada entre los dos asientos. Lleva una pequeña pantalla como si fuera un televisor, es allí donde tienes que poner el lugar y la fecha a la que quieres transportarte.
Nos abrochamos los cinturones y nos entra una risilla nerviosa de pensar donde podríamos ir. Entonces ocurre algo inesperado. Alberto se pone de pie, al levantarse pisa a Sonia, y se da un golpe en el techo, es tan grande el golpe que se cae de culo. Al caer lo hace sobre la pantalla, y esta se pone en marcha. Cuando intenta levantarse, sin darse cuenta, se apoya en la palanca y …acciona la máquina.
Todos comenzamos a gritar, y en medio de una gran nube de humos, desaparecemos de allí. Tras unos segundos de confusión, se oye un gran crujido y de repente la máquina para. Estamos asustados, pero no logramos ver nada porque en el exterior hay una espesa niebla que nos envuelve.
Por fin Paula recupera el habla y dice:
_ ¿ Qué es lo que ha ocurrido?
Y Alberto le contesta:
_ Creo, que la máquina, funciona.
Entonces Sonia se levanta de su asiento, mira la pantalla y dice:
_ ¡Madre mía! Ahí pone que hoy es 25 de febrero de 1634.
_ ¡No me lo puedo creer!_ dice Paula.
_ Pellizcarme, creo que todavía estoy durmiendo_ digo yo.
Miramos por las ventanas porque aún no sabíamos muy bien donde hemos ido a parar. Fuera se oyen muchas voces, estamos intrigados y asustados a la vez.
Yo, que aunque está mal decirlo, soy el más decidido abro la puerta y bajo por la escalera. Estamos en la plaza de u pueblo, pero todo es muy raro. Está todo adornado con banderines de colores. La gente va y viene de un lado a otro,  con gran prisa, ni siquiera se dan cuenta de nuestra presencia.  Aquí están preparando algo importante.
Hay puestos en los que venden limonada, en otros hay queso, galletas, incluso hay uno que venden burros, esto es alucinante. La gente va vestida de una forma muy curiosa, nos duele la mandíbula porque no podemos cerrarla debido a lo que hay ante nuestros ojos. Creo que ni pestañeamos.
De pronto una señora se acerca a nosotros y dice:
_ ¡ Bienvenidos a la villa de Cetina!
_ ¡ Muchas gracias señora!_ contestamos nosotros.
La señora nos dice que se llama Emilia, que si nosotros queremos podemos ayudar. Nos mira un poco raro. Dice que vamos vestidos de manera muy extraña, entonces todos pensamos lo mismo, porque a nosotros nos parece que ella también viste “raro”. Nos cuenta que están preparando un acontecimiento muy importante.
Sonia pregunta:-¿ Y qué es eso tan importante?
_ Estamos preparando un enlace, se va a celebrar mañana en la capilla del castillo.
_¿ Y quién se casa?_ pregunta Paula intrigada.
_ Se casa un poeta llamado Francisco de Quevedo y doña Esperanza de Mendoza, sra de Cetina.
Alberto pregunta: _¿Y es guapa esa señora?
Entonces Sonia le da un codazo y le dice: ¡Oye, no seas maleducado!
_ ¡Qué travieso eres  zagal!_ dice la señora.
Doña Emilia nos cuenta la historia del genial poeta, porqu a nosotros nos suena el nombre, pero no sabemos casi nada sobre su vida.
Su nombre completo era Francisco de Quevedo y Villegas, también que nació en Madrid en el año 1580 y tiene cuatro hermanos.  Que era un hombre muy culto e inteligente, con varias carreras; estudió en los mejores colegios porque su madre trabajó para la Infanta Isabel Clara Eugenia. En  1602 se traslada a Valladolid y allí es donde hace su primera incursión en la poesía con el título: “Poderoso caballero es don dinero”. A los tres años de vivir allí ya es un poeta famoso, y también comienza entonces su enemistad con Luis de Góngora.  Nos cuenta también que todos pensaban que nunca se casaría, porque en sus escritos, siempre fue contrario al matrimonio.
_¿ Queréis que os lea unas líneas de Quevedo?_ dice Emilia.
A lo que Paula responde:_Sí , por favor Emilia.
_ Bueno_ dice Emilia_ allá voy:
Siempre fui señor licenciado de opinión,                                                                                                                                                 que a los hombres que se casan los habría de llevar a la iglesia con campanillas delante, como a los ahorcados, pidiendo por el ánima del que sacan a ajusticiar, y habían de llevar Cristo delante y teatina que los animasen.
_ Hala!_ digo yo_ ¡Cómo se pasa este Quevedo!
La señora nos invita a ir a su casa, porque la verdad, hace un frío helador, tenemos mucha hambre, y estamos muy interesados en asistir mañana a la boda. Emilia nos ha dicho que nos proporcionará un atuendo adecuado para mañana.
Todavía no  nos podemos creer lo que estamos viviendo, tenemos que pellizcarnos para ver que ocurre de verdad. Al andar detrás de Emilia nos fijamos un poco mejor en su forma de vestir. Lleva un pañuelo en la cabeza, su vestido es muy largo, parece pesar mucho, las mangas son tan anchas, que podría esconder allí hasta un gato. Encima del vestido lleva un chal negro de lana para protegerse del frío.
Entramos en su casa y al mirar a nuestro alrededor nos damos cuenta de lo diferente que es aquí la vida. No existe la luz eléctrica, iluminan con velas y candiles. No tienen ni tele, ni agua caliente, ni sofá, ni un montón de cosas que nosotros tenemos y no sabemos apreciar. Sólo hay una sala presidida por una mesa de madera, y unos colchones hechos de paja. También una chimenea que es donde ella cocina. Nos ofrece un trozo de pan y un bol de caldo calentito. Le agradecemos y estamos tan cansados que cas se nos cierran los ojos. Pedimos permiso y nos acostamos.
De repente el canto de un gallo nos despierta, nos damos cuenta que ya es de día. Emilia viene y nos dice:
_ ¡ Arriba , holgazanes! ¡  Qué ya es de día! Hay que prepararse o se nos echará la hora encima.
Nos ponemos la ropa y al mirarnos unos a otros nos entra la risa. Si tuviéramos una cámara…Nos montamos en un carro de madera, tirado por cuatro caballos y vamos hacia la plaza de la villa. Esto es alucinante.
Cuando vemos aparecer a Quevedo nos quedamos patidifusos.
Casi da miedo, al andar cojea, lleva el pelo bastante largo, tiene bigote y una perilla cortada en forma de triángulo y lleva gafas. Viste todo de color negro, sus pantalones son por debajo de las rodillas, lleva una especie de medias de color blanco, sus zapatos son muy raros. Tienen la puntera muy larga, como los de la bruja y llevan hebilla. También lleva un sombrero enorme con una gran pluma roja.
Un rato después aparece doña Esperanza, la novia. Es una señora muy bella, su pelo es rojizo y  lo lleva recogido, también lleva una tiara y un velo que le cubre el rostro. Su vestido es muy bonito, incluso yo que  soy un chico lo pienso, la verdad es que parece una reina.
Se celebra el enlace en la capilla de un inmenso castillo que hay en la plaza de la villa. Al acabar todos bajan a la plaza, donde han preparado un gran banquete, al que está todo el pueblo invitado.
La verdad es que comemos fenomenal, nos dan carne asada, y para nuestro asombro comen con las manos. Pero claro, en ese momento, empezamos a pensar que hay que buscar la forma de regresar a nuestra época. Seguro que nuestros compañeros, y hasta nuestro profesor deben estar muy preocupados por nosotros. 
Se nos olvida todo al ver que un grupo de malabaristas ha empezado una actuación dedicada a los esposos. Lanzan unas piezas de madera al aire, las cogen, les dan vueltas y no se les cae ni una sola. Luego  los malabares los hacen con fuego, estamos alucinando.
La señora Emilia que no nos ha quitado ojo en todo el rato nos pregunta:
_¿Habéis cenado bien? ¿Os ha gustado la boda? Le respondemos que todo estaba delicioso  y que nos lo estamos pasando muy bien.
Entonces ella nos dice:_ Todavía falta lo mejor, el baile.
Los chicos y las chicas del pueblo nos enseñan los bailes de su época, bailamos y bailamos ¡qué divertido! Cuando termina el enlace buscamos a Emilia y Paula le dice:
_Emilia ha sido usted muy amble con nosotros, sabemos que hemos vivido un hecho histórico, lo hemos pasado genial. Pero tenemos que volver a nuestra casa. Nuestra familia y amigos deben estar preocupados por nosotros.  A nuestra buena amiga se le escapan las lágrimas, tengo que reconocer que a nosotros también. Le damos un fuerte abrazo y nos dirigimos hacia la máquina. Al subir por la escalera echamos la vista atrás y nos despedimos de la villa que tan bien nos ha acogido. Prometemos volver con nuestras familias, eso sí, esta vez encoche y en el futuro.
Nos  ponemos cada uno en su asiento, nos abrochamos los cinturones y decimos:
_ ¡Venga Alberto, vuelve a caerte y llévanos a casa!
_ ¡ Ja,ja, ja! ¡Qué graciosos!_ dice Alberto.
Paula dice:_ Mejor lo hacemos bien.
Entonces pone la pantalla el nombre de nuestra ciudad, la fecha en la que estábamos, incluso pone la hora e la que ocurrió todo. Alberto le da a la palanca y… detrás de una gran nube de humo desaparecemos y aparecemos de nuevo en la exposición.
Cuando por fin desaparece el humo vemos que nuestros compañeros y el profesor; por cierto con cara de enfados vienen hacia nosotros. Ya han almorzado y entran a terminar la visita. Bajamos y entonces nos dice:
_Pero  yo no os había dicho que no tocarais ningún botón. ¡ Anda! Traviesos, salir de ahí ahora mismo.
_ Pero…sr Vicente, ….nosotros…._dice Paula.
_ Nada, no quiero oir nada. Estáis los cuatro castigados, no vais a poder ir a la siguiente excursión.
Bueno estamos castigados, pero, por lo menos nadie se ha dado cuenta de nada; y nosotros hemos vivido la mayor aventura de nuestra vida.
                          
   





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